sábado, 15 de mayo de 2010

Polvo de estrellas



¿Que sucede cuando no tienes cohesión? Claro, sales disparado en todas direcciones, infiltrándote en las más curiosas situaciones. Te despedazas en miles de pequeñas particulas, como polvo cósmico. Pero la supernova para después, aún no es tiempo.
Simplemente viajas en todas direcciones a la vez, y dejas que tus pensamientos sean más grandes que tu, que el magnetismo que te mantenía unido se vuelva una especie de licuadora.
"Así que, estás hecho pedazos, ¿eh?"
Bueno, pues avanzas tan rápido que la teoría de la relatividad se vuelve obsoleta y vuelves por ti, cada vez antes, cada vez más temprano.
"¿Ya cuantos eres?"
Y eres todos pero no coagulas en ninguno. Aquella persona extraviada en el súper, o la que se cayó en plena explanada de la escuela en el recreo, o la otra que se quedó observando la luna de queso después de hacer el amor en el asiento trasero de un Valiant 76. Pero no, tampoco estás ahí. Sigues viajando por días y días.
Y el polvo estelar comienza a aplicar la teoría relativa pero de lugar. Te alejas tanto que tiendes a estar de nuevo en el mismo lugar.
"¿Pero estás lejos, no?"
Te fragmentas como una gigantesca constelación. ¿Que pasa si te ves desde otro lado, de otro planeta? Te vuelves otra constelación. Pasas del gigantesco oso al estúpido idiota parado en la esquina. Y así son millones de años.
Pero cuando ya estás marinado y listo para afrontarlo, comienza la ebullición. Comienzas a perforar termómetros con saña y demencia. Comienzas a botar tapas y matar lagartijas. Tu supernova te espera, lista para darte tu merecido merecido.
La ebullición te presiona los tímpanos y te araña la piel. Te aplasta, te amasa, te anuda. Te mete poco a poco en los espacios que deja el corcho de tu vino tinto a 12 grados. Mayor compresión. Hasta que es casi inevitable el estallido. Pero solo hasta entonces, te voltea a ver con esa mirada burlona y la sonrisa cínica y destructiva en sus labios. Claro, el dolor es insoportable.
Y entonces piensas -¿piensas?- que todo eso para qué. ¿Para qué quieres estar convertido en una masa viscosa y maloliente a mitad de tu mísera existencia? ¿Qué de divertido tiene estar aplastado contra el vidrio, contra el asfalto, contra la lámina caliente y doblada de tu auto recién chocado y con las llantas aún girando, mirando al cielo? ¿No preferirías tomar una piña colada recostado sobre un pasto tan verde que ni sus ojos pudieran compararse? ¿Ser de verdad polvo estelar? ¿Mirarte a ti mismo desde un lugar tan alto que sólo creas que eres tu?
Bue... entonces ajustas bien el nudo a tu cuello y pateas la silla en la que estás parado.



Colima, Col.
15 de Mayo de 2010.