martes, 17 de agosto de 2010

Noches blancas



Desgarras esta noche blanca con tus uñas de doble filo. Simplemente deslizas la mano y destruyes las quinientas noches que con tanto trabajo se han construido. Las cortas como al papel periódico,
Decides no seguir con esa farsa y decides matar al pequeño cerdo que habías estado alimentando con tanta devoción cada domingo. No hay problema, esas cuchilladas en la garganta estaban bien merecidas. Te vengaste con guante blanco.
Y caminas con las manos manchadas de sangre, repleto tu vestido de noche y el olor a sexo en la noche. No quieres voltear atrás. Te jactas, te burlas y sonríes con esos labios que tantas veces dijeron que jamás terminaría esa noche blanca. Te vas, te vas para no volver. Ahora sí es la tercera.
Y caminas con esas zapatillas, con el cabello al viento, con tus ojos en el horizonte de aquella ciudad. Sin voltear atrás. Pero tu mente en otros sitios, mares de arena y sal. Noches blancas de luna de queso, tan lácteas ellas. Con tus recuerdos en la ciudad. Sonriente de caminar pero triste de dejar atrás la vida de domingo.
Ya te fuiste y sigues aquí. Ya estás de aquel lado, pero las noches blancas han regresado a la ciudad, se quedaron para mostrarte lo equivocada que estabas. Toda esta magia, todas tus estrellas, toda tu historia se quedó en papel de servilleta del café de la ciudad. Tus ojos se fueron contigo, pero tu mirada se quedó en el coche, reflejada para siempre en el espejo retrovisor, con tu sonrisa de nostalgia y tristeza. Sabías lo que se avecinaba, sabías lo que iba a suceder. Y aún así te sumergiste en esta absurda aventura conmigo.

9 de Agosto de 2010.
Culiacán Rosales, Sinaloa.