sábado, 1 de octubre de 2011

Cuando haces falta







Prácticamente toda el agua está basada en tí. Esas gotas pequeñísimas que caen desde alturas insospechadas por la mañana son parte de la piel que cambias cada primavera. Todas esas nubes y vientos frescos que te envuelven y te transportan a tierrasimperturbables son el complemnto que te hacen falta en esos ojos desiertos ignífugos.
Todas esa vida, toda esa sal justo con todas tus historias de otros tiempo y esos lugares de adobe y pestañas asesinas de doble filo. El dulce aroma de tu sexo rondando por entre mis piernas y esas lágrimas tan secas destiladas de días viejos.
Eres un domingo de mañana, el olor a yerbabuena, los vientos marinos sobre el cabello largo y negro. Tienes todo y te quedas sin nada. Eres el recuerdo de la vía láctea en noches sin luna sobre montañas de fronteras. Eres esas gotoas de lluvia solitaria sobre la inmensidad del mar, sobre esa laguna sin concreto, sobre mis hombros cansados de olvido sin neuronas.
Eres el agua que me envuelve, el sonido que me asfixia, el aroma que me asesina. Eres el perro que me ladra, la luna que ilumina, la mirada que desangra.





1° de octubre de 2011

Villa de Mitla, Oaxaca

domingo, 24 de julio de 2011

Eclipse 27




E

l nunca jamás de los veintisiete no me satisface. No me satisface del todo porque no hay todo que matar, no existe una base clara de la cual salir y escapar y volar por otros lados que te separen del mundo. No es un concreto atisbamiento que depara un oscuro futuro para tu frustrada existencia, que sobre su lápida reniegas.

Es un tomar el cuchillo con tus manos vacías (hay que poner atención a lo que uno piensa) y hacerlo correr a lo largo de tu antebrazo, dejarlo escurrir de arriba hacia abajo, penetrando eróticamente la carne de la que brota la gran flor roja. Esa bebida que de tragos me mantienes, que de gotas me matas y lágrimas me abandonas. Una cicatriz, un ombligo, una pestaña, un féretro.

Las marcas en el cuello jamás se quitarán. No uses la cirugía, que de bisturís están llenas las gargantas. Las excoriaciones no salen con limón, solo déjalas correr para que aprieten el nudo que te corta esos sueños de esperanza y sentimientos verdaderos. Te dejan sin aliento, te dejan sin cigarros y tus pulmones extrañarán los que algunos ya no anhelamos. El simple despecho por la luz, la aberración que nos provoca ese cosquilleo en la punta de los dedos al llegar al orgasmo y perdernos una vez más, una vez más de entre las miles que jamás quisimos tener, y las miles que ya nunca tendremos. La soga soportará tu peso aún cuando tus ojos salten y tu lengua escurra, morada y seca, fuera de su cueva.

La muerte en primavera se encuentra dentro de tu café. El huracán que porta la espuma deja de ser el hoyo negro que absorbe tus visiones, que se lleva tus humores, tus ideas, tus recuerdos y tus cabellos pegados en el jabón. Suelta la cuchara al tiempo que sorbes con miedo. Ese miedo irracional que tienes al café caliente, esperando no quemarte la lengua, pero sin importarte que al día siguiente descubran tus uñas moradas, cuando descanses sobre la plancha de acero, en el sueño del millón de estrellas. Tu vida es un eclipse, tan oscura y pasajera. Tu vida en círculos se queda pegada en la cuchara, escurrirá en el fregadero y serás uno de nuevo. Cianuro olor de las almendras quedará para recordarte.

La foto de perfil que toma esa muerte seca y sonriente, con el destello que te dejará ciego por eternidades (aunque el plural no te guste) y lágrimas de cocodrilo, será la imagen que nunca quisiste para ti, pero será la mejor que jamás pudiste tomar. El orgullo se desbocará por tus sienes, dejando a la luz tu más grato sentimiento y las impresiones en blanco y negro que pasaron por tus ojos. La luz del día (o tungsteno, en su caso) será la última en saber tus pensamientos, en conocer tus ideas y tus recuerdos, será la última que te vea completo, con el cráneo en su lugar, y tu límpido cerebro dentro de él. Tu lengua de fuego no hará compañía a la otra, que será como el plomo que te pesa en las espaldas, 20 gramos que serán como lastre que te hunda en ese lago de espesas y quemadas esperanzas, dejándote sin fuerzas para llegar a la orilla.

¿Qué buscas dentro de ese frasco? Es ámbar precisamente para que no logres ver el contenido desde afuera, para que tengas que entrar por la boca y resbalar hacia dentro, para que caigas y te empapes del sabor tan pegajoso que puede llegar a ser. Ese sabor que te seguirá a todas partes, que despertará contigo y dormirá después de ti. Que tu cuerpo añora y tu mente desea, la pasión tan frenética que deja atrás placeres secundarios, que olvida los columpios y meter el freno en el rojo. Ese líquido que te hunde cada vez más y pierdes tu sensibilidad, pierdes tu cerebro que caminando adelante va, solitario y cabizbajo, sin la esperanza que un día tuvieron juntos, pero un cigarro casi consumido en la mano derecha. Tu muerte húmeda deja seca mi vida.

Un poco de agua jamás mató a nadie, pero uno no sabe para quien trabaja. Planetas de colores giran a tu alrededor, y aunque no hay diamantes en el cielo, tus palabras se vuelven lejanas como dentro de años luz, tus movimientos se hacen lentos y quedas atascado en el éter que nos rodea. Tus pupilas se dilatan y tu fobia a las agujas se volatiliza por la inerme promesa de mil de tus mejores orgasmos. Perdición será la pequeña muerte, porque te arrastrará al fondo del océano y te encadenará al fondo, para que nades eternamente al ver pasar el canto de las ballenas que emigran contigo, o sin ti.

2 de Septiembre de 2004.

México, D.F.