jueves, 26 de octubre de 2023

Desde este lado de mi oscuridad

 


- Tú no eres de aquí. Vete a casa.

- Si sólo supiera dónde es eso.



Mitla, Oaxaca

24 Octubre 2023







domingo, 24 de abril de 2022

Perhaps a noise...

 


¡Los mexicanos nacemos donde nos da la rechingada gana!

Isabel Vargas Lizano

miércoles, 13 de abril de 2022

A fuego vivo

Con un fósforo encendió la vela. Ésta iluminó pobremente la habitación en que se encontraba. Muchas sombras, muchos recuerdos en aquel lugar. Vació un poco de la botella de whisky en un vaso con hielos diáfanos que había traído desde la cocina. Se arrellanó en su asiento favorito, junto a la vela encendida.

Jamás el alcohol pudo sus recuerdos borrar.
Bebió despacio de su vaso con hielos
empero, en su asiento, con la llama brillante
memorias volvían al whisky pasar.

Mariana, su dama. ¡Oh, tristes lamentos!
Recuerdos malditos, recuerdos inciertos.

Con odio a la muerte, jugó el fin de su vida.
Fatal destino, la muerte enojada
descubrió las trampas de su enemigo
y tomó, en venganza,
la vida de su amada.

Grotescas las sombras,
que la llama hacía
cubrían la botella
que vacía yacía.

Trastabillando en la alfombra,
y en turno, el ron seguía
para olvidar memorias
que jamás se irían.
Pero ya sin energía
cayó inconsciente, junto a la sombra
que de la llama reía.

Llama asesina,
llama mortal,
que ahogado en alcohol,
el cuerpo quieres matar.

Bailando en la mesa,
viajando al sillón,
quemando y luchando,
por llegar al charco de ron.

Muerte maldita,
muerte traicionera 
que, brillante, te ocultas
en la llama de la vela.

Las cuentas que el tiempo 
dejó pasar
regresan corriendo
y en sangre a cobrar.

Y ya en su muerte
con su amada a encontrar
rogándole al cielo
que, mujer siendo
con otra alma
no abandone el lugar.

31 de Marzo, 1998.
Colima, Col.

lunes, 21 de marzo de 2022

De la vida bajo las estrellas

@Unsomnus
Y sí, bueno, dicen que así sucedieron las cosas.

Uno nunca puede estar seguro, ¿no? Pero si sucede que vas caminado por la calle, en tu banqueta favorita, esa de la izquierda, que decides que debe tener sombra el resto del año, y caminas y sigues, y prendes un cigarro. Porque quieres prenderlo, porque tener un cigarro en la mano te hace sentir que te sostienes de algo, algo para no caer. Y decides prenderlo y sigues caminando y mientras ves la flama del encendedor, la flama que emite el cigarro cuando exhalas y la flama que decides debe verse al fondo de tu película, todo corre. Esas líneas en el asfalto siguen corriendo, los postes en la calle siguen avanzando y las luces se siguen prendiendo y apagando... Todo sigue, ¿cierto?

Pero así dicen que sucede, y pues tu tomas como ciertas esas cosas. Sabes que para ti no tienen un puto sentido, pero dices; de acuerdo, así es y así será.
Y continúas tu camino y mientras aspiras fuertemente de ese cigarro, ves con intensidad el entorno y te parece ajeno.
¿Qué es eso? ¿Qué es lo que tienes a los lados? ¿Qué demonios estás haciendo ahí?
Claro, estás caminado sobre la banqueta. Te estás fumando un cigarro, estás yendo a la tienda, estás avanzando...
¿Estás avanzando? ¿Realmente estás avanzando? ¿O estás huyendo de algo? Estas queriendo dejar algo atrás... ¿Es pregunta o es afirmación?

Y crees que lo sabes pero no lo sabes. Aunque lo sabes realmente pero no dices esta boca es mía y sigues pensando que todo está mejor allá adelante. Seguro al cruzar la esquina, la calle será mejor. Será una calle conocida. Seguro al cruzar el semáforo verás la luz al final del túnel. Seguro es eso.

No importa lo que pienses ahora, allá adelante está la respuesta.
Pero...
¿Pero?
Sí, pero allá adelante solo sigues siendo tú. No existe el camino amarillo.
No existe ese retorno sin peaje, no existe esa excomulgación que tanto esperabas. Y no lo sabes.
Pero tú estás seguro. Y con tu cigarro en la boca, cual rebelde sin causa, cual James Dean en blanco y negro, cual estúpido siervo sigues caminando sabiendo que allá adelante nadie te está esperando con una taza de café caliente y tu diario de la mañana.
Pero te haces pendejo y sigues caminado, contando las rayitas del asfalto que vas pisando, y descontando las que brincas. Aspirando fuertemente ese humo tan amargo y tan dulce a la vez. Tan estúpido que has quemado las naves y crees que es un juego de niños. Pierdes.
Te evades de la intensidad del momento solo para pensar que mañana será otro día, que al que madruga dios le ayuda y toda esa sarta de pendejadas que te dice la tele, que te dicen los libros, que te dice el espectacular a medio periférico con letras en bold italic 75 y rojo para que resalte, pensando que es la neta el verte reflejado en 16 x 8, creyendo que al publicista le llegó esa misma llamarada de inspiración que a ti hace unos segundos, fumando y ebrio hasta la madre. Maldito publicista borracho, debería estar aquí para que me contara cómo demonios llegó a la misma conclusión que yo. Si se metió la misma mota que yo, si tomó del mismo güisqui que yo, si le dio la loquera y empezó a hacer de su vida el mismo desmadre que tengo yo dieciséis kilómetros atrás.
Ríes. Él no estará aquí contigo. Te sientas en la banqueta porque hablar y fumar te cansa. ¿Hablar? ¿Estás hablando? Claro, estás platicando en voz alta de tu pinche introspección. ¿No te habías dado cuenta? ¿Nadie te lo dijo? Estas en otras esferas circunstanciales, pendejo. Ah, bueno, discúlpenme. Me termino este cigarro y regresamos al punto de partida.
Pero sabes que eso es una falacia. No regresarás al punto de partida. Ni aunque lo queras. Ni aunque desandes tus pasos. Eso ya no es opción. Así que adelante.
Y decides hacerte caso. Raro.
Nunca lo haces pero decides tomarte la palabra. Pisas el cigarro casi acabado y te levantas. Levantas la mirada. Casi estirándote. Y te das cuenta que estás ahí, donde querías estar. Debajo de esa luna. Debajo de ese millón de estrellas. Debajo de su mirada. Y sonríes. Después de todo, no estás tan mal. No es el momento. No es el lugar. No es ni siquiera la hora. No es el entorno. Pero estás ahí, donde querías. ¿Eso querías? Estás donde definitivamente debes estar. Volteas rápidamente para ver que no haya nadie y piense que estás demasiado ebrio, y enciendes otro cigarro. Total, estás donde debes estar, ¿no?

Nuevo Casas Grandes, Chihuahua
15 de enero 2017

martes, 1 de marzo de 2022

Será

 


Cuando las estrellas se convierten en suspiros. Cuando el millón de soles no alcanza para iluminar este absurdo orgasmo negro, los suspiros se convierten en estrellas y cada una de ellas se refleja en tus ojos y en tus manos. Tus cabellos (¿qué será de tus cabellos ahora?) al viento, al compás del golpeteo rítmico de las olas. Estas llamas bailan alrededor de tu cara. El hipnotismo se hace evidente. Te evaporas antes de ser intangible y la brisa marina te envuelve, te lleva, te deja respirar y te metes en mí, haciéndome recordar a través de la sangre. A través de las estrellas. De tus ojos brillantes como mil soles.



12 de mayo 2005
Lázaro Cárdenas, Michoacán