La imaginación fue de un tono anaranjado, pero anaranjado tenue, anaranjado pastel, un anaranjado suave, invitante.
No ese anaranjado chillante, agresivo. Violento a los ojos
Fue tal vez con mis 37 grados, no sé, tal vez con tus 215
grados. Todo eso fue inevitable, fue espontáneo, simplemente sucedió, y desde un
punto lejano en el horizonte se dio como algo creativo, algo funcional, algo
bueno.
La mezcla se dio por a sí decirlo… pero se dio lenta, fraguante, poco a poco, una emulsión que va desprendiendo partículas para mezclarse con otras con la sensación de que saben que nunca se juntarán. Son ríos y son mares, son aguas frías, son aguas tibias. De ahí fluye por la montaña esa pendiente que tiene, con la fuerza que agarra el agua, pero es curioso porque esa agua fue río arriba, no tomó la clásica gravedad, no es de es agua.
4 de noviembre 2013
Soledad Salinas, Oaxaca
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