domingo, 28 de septiembre de 2008

Aeropuerto Internacional


Y sucedió que, de pronto, se encontraba en otro lado. Sucedió que no estaba donde debería de estar. Sucedió que perdió pie y ese momento, es todo el tiempo que tarda uno en caer cuando tropieza. Y así lo sentía ella.

Sucedió que aún no llegaba y ya quería regresar. Sucedió que ya no reconoció su alrededor. Sucedió que no entendía ni una palabra de las que viajaban torno a ella. Sucedió que la invadió un terrible miedo e incertidumbre. Sucedió que el miedo se debía a que sabía que no probaría aquellas comidas caseras en un buen tiempo, que no sentiría lo mullido de su cama por las noches, que sería un poco más difícil que girar la llave y manejar a su trabajo. Sucedió que la incertidumbre era por que aún no terminaba de llegar, y ya extrañaba la forma en que un regaderazo le quitaba por un rato el calor. Sucedió que aquella gente no tenía en común la calidez que tenía su gente, cuando un fuereño llegaba a su ciudad.
Sucedió que aquella no era su bandera, no era la que recuerda de todos los lunes de secundaria, que viajaba en manos del "orgullo" escolar. Sucedió que aquel himno, que no era el suyo, no lo recordaba en aquellos lunes, bajo el sol matinal, con la posición de firmes, y en la explanada con otros tantos compañeros. Sucedió que aquel escudo que portaba la bandera, tampoco era el suyo.
Sucedió que recordó cómo todos los años le pedían una tarea sobre los símbolos patrios, que bien habría hecho si hubiera copiado la misma tarea para todos los años.
Sucedió que recordó cuán sencilla era su bandera, y cuán monótono su himno, pero cuanta historia guardaban, y cuanto orgullo sentía por ellos.
Sucedió que se dio cuanta de que si alguien le preguntaba si era extranjera, ella, irremediable y orgullosamente levantaría la cara y con un tono de voz más alto que el normal, como para que todo aquel que pasara por ahí se enterara, diría su gentilicio y miraría fijamente a los ojos de su interlocutor, como lo hubiera hecho ante el director de su secundaria en aquellos lunes de explanada.

Sucedió que aquella lágrima que iniciaba su carrera, murió entre su mejilla y una manga larga. Sucedió que aquella lágrima jamás supo el por qué de su nacimiento y el por qué de su prematura muerte.
Sucedió que aquella lágrima rompió el encanto y de pronto, toda la sala se llenó de ruido, se llenó de movimiento, de luces, de gente, de olores, colores.
La gente pasaba corriendo y pateaba sus maletas. Gritos, luces, sonidos, caras. Se vio en media sala, sola. Por algo estaba ahí. Algo había que probar, y no solo probarse a sí misma. Alguien al otro lado del océano necesitaba ver que ella podría lograrlo. Tal vez ella misma, unas horas antes.
Y sabía que lo más difícil había pasado. Sabía que la mitad del camino estaba hecha desde que firmó aquel papel, pidiendo aquella beca. Sabía que el trago amargo fue cuando recibió la contestación afirmativa.
Y jamás se imaginó lo desconcertante que sería estar ahí, parada, sola.

Había que dar un primer paso. Eso era lo difícil, por que después es más fácil. Después del primero, solo es cuestión de mantener la velocidad, la dirección, el impulso. El problema era ese primer paso. Faltaba la chispa que incendiaría el polvorín.
Ya no podía dar pasos atrás, y no precisamente por su boleto de avión. Si no por ella, se lo reprocharía el resto de su vida, se lo pondría en la frente cada vez que se viera en el espejo, se lo recordaría al verse recorriendo la rutina de siempre, se lo preguntaría con sarcasmo al ver en la cara de la gente un aire de compasión, de lástima.
No, ella no lo soportaría. No ahora, no nunca. Una vez dado el primer paso, lo demás era por inercia.

Se dirigió a la casa de cambio del aeropuerto, sacó todo el papel moneda de su patria, con sus héroes nacionales, y pidió moneda nacional.
Del bolsillo de su pantalón sacó una moneda. Ahí estaba el escudo nacional, con el que tantas veces había pagado, jugado, echado volados.
Un último, ¿por qué no?

Águila, cambiaba esa moneda a legal currency.
Sol, no la cambiaba y viajaría con ella hasta que regresara a su patria.
Lanzó la moneda al aire y esperó a que ésta cayera, girando…



15/04/99-30/04/99 
México, D.F.

No hay comentarios.: