domingo, 3 de agosto de 2008

Irodim

Dedicado a Vanessa

Era hermoso. Con su pelaje suave y colorido, café claro y unas franjas grises que lo hacían parecerse a un tigre en pequeño. Verónica lo amó desde el primer momento en que lo vio, cuando llegó en su cajita de cartón café, haciendo ruido, gruñendo y rascando la caja.
Su novio, sonriente de que le hubiera gustado el regalo, portó una sonrisa de oreja a oreja, orgulloso de su acierto. Pero se esfumó toda su alegría, cuando Verónica le cerró la puerta en las narices, ya que necesitaba tiempo y paciencia para alimentar al animalillo, hacerle un lugar apropiado para dormir, jugar con él, y todas esas atenciones. Mismas que no podría darle si él estaba ahí.
Inmediatamente lo bautizó. Irodim. Jamás supo por qué lo bautizó así. Esa palabra le rebotó en la cabeza desde que lo vio. En fin, el nombre era lo de menos, porque el pobre animalillo debía tener hambre. ¿Qué comería? Tal vez era carnívoro, por que cuando gruñía, mostraba unos colmillos poderosos y afilados. Dejó la cajita en la mesita de la sala y corrió a la cocina. Jamón, tocino y un cachito de pierna de pollo que su hermanito debió haber dejado de la comida, algunas horas atrás. Regresó y vio la cajita volcada, y ya sin el animalito.
¡Demonios! Ahora faltaba que se perdiera en la sala, apenas de que se lo habían regalado. Lo llamó "bishito, bishito". Reflexionó… no era un gato en miniatura, mas bien parecía un hámster con colmillos y garritas. ¿Cómo se les llama a los hámsters con colmillos y garritas? Puso un cachito de jamón, de tocino y de pollo en la alfombra; se preparó con la funda de una almohada y esperó pacientemente parada sobre la mesita de la sala. A los quince minutos no se había oído nada aún. "A lo mejor y ni tiene hambre". Pero justamente, como si le estuviera leyendo el pensamiento, se escuchó un ruido debajo del sillón más próximo a ella. Verónica se puso alerta y se acercó a la orilla de la mesita para brincar sobre él en cuanto lo viera.
Irodim asomó la cabecilla por debajo del sillón. Salió cautelosamente y bordeó la orilla del sillón hasta llegar a otro. Verónica se quedó asombrada al verlo caminar: se movía como una pequeña pantera al acecho de su presa, y su diminuta cola se mantenía rígida como palo. Irodim le sacaba la vuelta al alimento, y una vez que casi completó el círculo alrededor del jamón, se agazapó. Alzó la vista y dio un salto enorme para caer sobre la comida y devorarla con fruición. Verónica se quedó perpleja y tardó en reaccionar para atrapar al animalillo. Dio un brinco y cayó sobre él, con la funda cubriéndolo. El animalillo, asustado, comenzó a defenderse con sus garritas y antes de que Verónica pudiera depositarlo de nuevo en la cajita, ya había desecho la funda de la almohada. Consiguió una caja más grande y resistente para mudarlo y le dio el resto de la comida. Al parecer sí era carnívoro.
Verónica durmió con cierta aprensión esa noche, jamás pudo explicarse ese sentimiento.

En las noticias se hacía referencia al cruel asesinato de una muchacha en su propia casa. Se hacía mención de una pelea con su novio, problemas con pandillas del barrio, y un periódico hacía una suposición de un crimen satánico. En lo que sí concordaban todas las agencias informativas era en la saña y violencia con la que se había cometido en delito. La muchacha se había encontrado destrozada, con marcas de objetos punzocortantes por todo el cuerpo, y con porciones de su anatomía faltantes. Hasta parecía que la hubiera atacado un enorme tigre hambriento. Su nombre era Verónica.

31 de Agosto de 2002
¿Colima, Col?

2 comentarios:

vanessa dijo...

Mi cuento!!! =))))))))))))

Rafa Martínez dijo...

Algo hay de eso, Vanessa.
:)