miércoles, 6 de noviembre de 2013

Lugares que no existen





¿Qué me dicen tus ojos? ¿Por qué miran con esa gracia coqueta? ¿Por qué tienes ojos que sonríen? ¿Por qué ven hacia ese punto en el que uno no está? Que uno quiere estar pero no está. Esa aura que lo rodea a uno, que por definición, es un espacio que uno no lo puede ocupar. Que se expande como uno crece.

Pero tú ves en ese lugar, tú te das cuenta que uno quisiera estar ahí y es ahí donde ves.
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Y sonríes con cara al viento. Y los codos en el barandal y las manos en las mejillas y tu vista hacia el infinito nocturno de la noche cálida subhúmeda. Pero mientras miras y viajas por el tiempo, también dices “ven conmigo y te llevo a pasear”. Dices cosas que nunca dirás y piensas cosas compartidas. Juegas con las palabras y juegas con las ideas, juegas con tu sonrisa y haces que uno desee estar en esa sonrisa. En esas palabras. En esa idea.
Pero al contrario, sabe uno que está cayendo en un remolino descendente con cientos de lugares alrededor. Cae flotando, cae uno con la sonrisa en la cara, viajas cada vez más lejos y casi agradeces esta última visión que te provoca un espejo mal cortado en medio de la selva.
No quieres irte. Pero no puedes volver. ¿Qué hace que la distancia y el tiempo sean prohibidos para ti? nunca sucede, jamás en ningún lado. No tienes espacio ni tiempo, eres atemporal, intangible, impensable, un estado de la materia que aún no se inventa, no estás ni en tus pensamientos.
¿Qué sucede contigo? ¿Por qué no me dejas entrar a tus ojos?  Nunca en un papel. A veces, ni siquiera en una idea, un pensamiento. Solo sucedes en momentos que jamás existirán. Un tiempo imposible, un lugar de una dimensión, un punto en la lejanía de tu mirada.
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Y uno quiere hacer lo mismo, uno quiere sonreírte con los ojos. Uno quiere verte donde quieres estar, pero no lo logras; eso es cualidad tuya. No se puede pertenecer a esa sonrisa, no puedes pertenecer a esa atemporalidad que sugiere que ya estas lejos.
Y es en la distancia cuando regresa el foco y pierdes borrosidad, te ves con una nitidez increíble, hasta pareces real. Es en ningún lugar y en ningún tiempo, donde y cuando tú, como idea, te vuelves tangible, regresas al estado basal más nítido y es entonces cuando me perteneces, cuando logro cruzar esa barrera de infinitas aristas y millones de reflejos, solo para tenerte otra vez cerca y escuchar tus ojos y beber de esa sonrisa tan contagiosa, de lluvia seca en áridos paisajes.
Pero la paradoja nunca regresa para jamás irse. Y así tan cerca te pierdes en esa aura que nos rodea, te sumerges en esas aguas que desafían la gravedad y corren montaña arriba. Y me ves donde quiero estar, y pronto te adelantas y ya corres en direcciones opuestas. Ya te alejas y dejas atrás tus recuerdos, como fotos amarillentas de color quebradizo. Y sucede que en esas fotos viejas, en las fotos que no apareces, es donde mejor te ves.


04 de Noviembre de 2013
La Soledad Salinas, Oaxaca

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