martes, 22 de julio de 2008

Apoptosis

La lisis me tomó por sorpresa, mientras jugaba ping-pong. El suceso fue fortuito, y casi eructo los 200 insectos que habitan en mí sin pagar renta.
A su vez, mi sangre rió a carcajadas, y mi corazón estalló en risotadas, lúgubres y macabras.
Mis intestinos rechinaron hasta sangrar el óxido que hace tiempo hacían de mi vida un tugurio. Mis brazos y mis piernas dejaron de obedecerme, tomaron voluntad y el origami fue fabuloso.
Pero mi hígado tristemente suspiró y su secreción fue purulenta y viscosa. Sentí pena por él, pero lo hecho, hecho está. Y casi sin notarlo lo mataba con el picahielo que me regaló el abuelo.
Quise olvidar lo que no recordaba, pero las cometas seguían volando en torno al cerebro pútrido y ponzoñoso que soporta mi ajetreado cuello.
Y las fotografías se imprimen con más color, más nítidas que vívidas, y no se van, no se espantan con el fuego que comencé al incendiar los archivos y telarañas que poblan mi planeta.


21 de Agosto de 2001.
México, D.F.

No hay comentarios.: